Pues sí, tenía ganas de gritarlo a los cuatro vientos. Tardé un tiempo en darme cuanta del capital que tenía acumulado, pero en los últimos meses he podido hacer balance de cuentas y he llegado a la conclusión de que soy millonaria.
Llegado este punto deberíamos analizar qué significa ser millonaria; para muchos es acumular propiedades, una buena cuenta corriente, un buen coche… Probablemente si me preguntáis en otro momento de mi vida hubiese contestado lo mismo, pero a estas alturas mi escala de valores ha cambiado. Tengo salud, (un poco tocada, pero salud), amor (del bueno, ese con el que soñamos y pensamos que nunca nos va a tocar), unas hijas maravillosas, una familia, de la de sangre y de la que eliges fantástica, amigas de las de verdad, y un capital humano impagable.
Os preguntáis a qué capital humano me refiero, pues muy sencillo, a todas y a cada una de vosotras. Llegasteis a mi vida a través de Sira Domarco Allariz como clientas y os habéis instalado.
Este blog va por vosotras, por esos momentos maravillosos que me dedicáis, por vuestra confianza, por vuestro apoyo en los malos momentos, por vuestra alegría cuando las cosas nos van bien. Por esos cafés compartidos, por esas confidencias que sólo se dan cuando dos personas conectan de verdad. Hemos vivido alegrías, penas, aventuras, vivencias y experiencias.
Recuerdo perfectamente la primera publicación de esta sección que hice, “El salón de mi casa“, en él expresaba muy claramente qué pretendía que fuera esta tienda y cómo quería que os sintierais. Creo que lo he conseguido, y espero poder seguir trabajando para que siga siendo así.
En las imágenes y en los videos que reproduzco a continuación no estáis todas las que sois, pero sí sois todas las que estáis. Espero que disfrutéis tanto como yo cuando las estaba montando.
Gracias de corazón en mi nombre y en el de todas las que formamos parte de Sira Domarco Allariz por vuestro cariño, por permitirnos formar parte de vuestra vida y por ayudarnos a cumplir un sueño.
Un beso enorme y a seguir disfrutando de la vida.
Como dice Chavela Vargas en "Las Simples Cosas": "...Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas..."
