Sira Domarco, Ir a inicio

Navidades caseras… ¿Qué me pongo?

Lo sé, lo sé,  los ánimos están por los suelos. Muchos no nos vamos a poder juntar, probablemente pasemos unas Navidades lejos de los que queremos, no habrá fiestas masivas, no abrazos, ni besos, ni cenas de empresa, ni cenas de la peña, ni cenas con amigos.

Muchos/as de los que estáis leyendo este blog seguro habéis sufrido en primera persona o en allegados los estragos de la COVID, y si no lo habéis pasado, habéis visto los estragos que ha dejado su paso.

Yo me pregunto, ¿No tenemos la obligación, los que todavía estamos en pie, de celebrar que podemos contarlo, de recordar como se merecen a los que no están, de regalarle a los más pequeños un poco de la magia de la Navidad?

Yo por mi parte, así pienso hacerlo, hacía muchos años que no ponía en casa un árbol de Navidad ni un Papá Noel, y este año he sacado toda la artillería. Porque mis hijas se lo merecen, porque me apetece sentarme en una mesa, a pesar de las ausencias, con la gente que tengo cerca y que quiero y poder regalarle la mejor versión de mí misma.

Y ahora viene la pregunta del millón, ¿Me arreglo para comer y cenar en casa o me dejo en modo chándal, coleta y a cara lavada? Mi respuesta, a poco que me conozcáis ya la sabéis, “sin arreglar no a comprar el pan”. Hace ya unos cuantos años que no salgo en Fin de Año y que mis celebraciones navideñas son caseras, pero “jamás, jamás de los jamases” me he sentado a la mesa en zapatillas de casa y sin arreglar. Me parece una falta de respeto hacia los que están conmigo y hacia mí misma, además, por qué no decirlo, verme guapa me sube el ánimo.

Además de ello me digo, ¿Qué puedo aportar en esta situación que estamos viviendo? Una donación millonaria desde luego no puedo hacerla, pero sí puedo echar una mano de muchas otras formas: A mi peluquera, a la tienda de moda del barrio comprándole una blusa mona, a la zapatería de la esquina con unos zapatos calentitos y cómodos (casi como zapatillas), a mi centro de estética para que me vendan un iluminador… Podéis estar seguros de que se agradece y mucho (Pequeños gestos que pueden devolver la esperanza y la ilusión a mucha gente).

Ahora sí, vamos al lío ¿Qué me pongo? Os he preparado unas propuestas muy cómodas y que, como vais a poder ver, podremos llevarlas a nuestra vida diaria.

En este look mezclé un pantalón de terciopelo dibujado con un jersey negro y unas bailarinas de terciopelo negro (luego os cuento el secreto de estas bailarinas). Lo adorné con bisutería dorada y listo. Ventaja, el pantalón tiene goma en la cintura, por lo que puedo beber y comer sin tener que desabrocharme el cinturón a media cena. Os dejo otra versión, el mismo pantalón con un body con el hombro al aire que luce Cata (nuestra gata) muuuuy bien, para mí es inviable porque soy muy friolera y soy de las que se mete debajo una camiseta térmica. Ya veis que el mismo pantalón puede funcionar muy bien y dar dos looks muy diferentes.

Cómo no!!! Un vestido negro salva cualquier situación, aquí también opté por la comodidad. Vestido recto en tejido tipo plumetti con unos botines planos “brillis brillis” que tienen en mi armario más de 10 años. Le ponen al look un puntito rockero y diferente.

Otra de vestidos, en esta ocasión uno en terciopelo verde con escote en V y corte debajo del pecho y unos zapatos de salón muuuuuy bajitos. Si os fijáis en casi todos los looks procuro dejar el estómago libre de ataduras… (respirar es muy importante, jajaja).

Por supuesto un pantalón negro no podía faltar, combiné uno de mi fondo de armario (es de verano, pero como es para estar en casa…) con un top de encaje en tonos azules aguamarina y negro que es una maravilla. Aquí me excedí un poco con el tacón, pero bueno, un día no son días.

Uff con este look tengo que admitirlo, me veo guapa, falda larga tableada en tono lila con jersey cuello vuelto negro con magas abullonadas, un maxicollar de fantasía y zapatos bajos en tonos granates y frambuesa. femenino a rabiar.

Para finalizar os dejo con Laura y Raquel (es imposible competir con ellas, son maravillosas) pero llevan dos looks maravillosos y muy ponibles. Mono de terciopelo en azul noche para una y vestido asimétrico de algodón para la otra (lo tengoooo). Lo de los tacones ya queda a la elección de lo que cada una quiera o pueda.

Como podéis ver, todo lo que os he propuesto se puede llevar en nuestro día a día cambiando los complementos. Se trata de alargar la vida de nuestras prendas, por decirlo de alguna manera de amortizar nuestras inversiones.

Y ahora sí, os cuento un secreto, salvo en el primer look os he mentido en todos los demás. Como muchas sabéis tengo un serio problema de pies (son mi tablón de Aquiles) de hecho tengo uno recién operado. No aguanto casi ningún calzado y en estos momentos, de tacones ni hablamos, así que año tras año siempre me calzo lo mismo para estar en casa, mis bailarinas de terciopelo negro. Reconozco que en su día me tiró para atrás su precio, pero a día de hoy están más  que amortizadas,  han hecho muchas carreras de la cocina al salón y del salón a la cocina (no sé vosotras, yo no tengo mayordomo…), tiene casi casi, tantos kilómetros como las zapatillas de Forrest Gamp…

Espero que esta publicación os haya arrancado una sonrisa, y que podáis sacar alguna idea, o por lo menos, que os entren ganas de celebrar.

un beso enorme para todos/as, poned a enfriar el champán y a levantar las copas y el ánimo.

Sira.

Sira Domarco
Sira Domarco

Como dice Chavela Vargas en "Las Simples Cosas": "...Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas..."

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