Creíais que de esta os ibais a librar pero no, parece que por fin se van a poder celebrar bodas. En tienda estos días he realizado el look para varias, en una de ellas dos de las invitadas van vestidas por la “menda”, y no sabéis la ilusión que me hace que confiéis en mí. Va a ser verdad que eso del boca a boca funciona.
Me hace mucha gracia porque todas expresáis lo mismo: “Menuda faena, con los tiempos que corren y venga, traje, zapatos, peluquería y regalo. Vamos, todo un dineral”.
Os entiendo a la perfección y por eso lo primero que os pregunto es: ¿Qué tenéis de fondo de armario?
Creo que el reciclaje es fundamental (siempre me lo oiréis decir) y en ocasiones cambiando uno o dos complementos o “tuneando” una prenda, se puede conseguir un resultado fantástico.
Cuando no hay de donde tirar siempre procuro hacer bodas o ceremonias que nos permitan alargar la vida de todo lo que nos compremos. No soporto comprar algo que sólo voy a usar una vez, va en contra de mis principios y de mi bolsillo.
Hay un “dress code” que nos indica que si la boda es de día el vestido debe ser corto y si es de noche tenemos que ir al largo. Pues vamos a saltarnos, sólo un poquito ese santo y seña y vamos a hacer lo que nos dé la gana, pero con cabeciña.
Hay determinados vestidos largos que luego se pueden adaptar perfectamente a la vida diaria, el que os propongo a continuación es muy versatil y fácil de llevar. Podéis complementarlo con una sandalia (fondo de armario) o si la boda es muy informal, me atrevo con unas esparteñas.
En la mano un clutch sería ideal, pero si lo que pretendemos es volver a usarlo, una cartera de palma me parece una buena opción.
Si a este vestido después de la boda le colocáis encima una cazadora vaquera y unos pendientes boho, podréis ir a trabajar o a tomar unas cañas y quedaros tan anchas.
Otra opción, el eterno vestido lencero, seguro que algo por casa tendréis. Yo me cogí en tienda uno azul noche; no tenía ningún evento pero me apetecía uno con un toque sensual y femenino así que cogí las tijeras y le corté (lo sé, lo sé, estoy media loca, pero el “mundo tunning” me ha conquistado).
En su versión más larga para una boda nocturna es fantástico, sencillo, femenino, cómodo. Eso sí, aquí son importantes los complementos. Con unos buenos pendientes, una sandalia espectacular y un clutch estaremos fantásticas y podremos lucirnos como merecemos. El mío me lo pongo para oficina, para tienda o para ir de cenita. En oficina le meto una chaqueta de punto larguita o americana y para el ocio algo más informal (la cazadora vaquera es una apuesta segura).
No siempre podemos reciclar, pasa que a veces te enamoras de una prenda y aunque sabes que no te lo vas a poner más (a priori) no puedes resistirte. La vanidad nos puede, ja ja ja…
El que lleva Mónica es impresionante y tremendamente cómodo. Creo que no tengo mucho más que añadir. ¿Vosotras qué opináis?
Cada vez más, el mono está presente en ceremonias. Personalmente me encantan, aunque reconozco que son difíciles de encajar. Dependiendo del corte, hace falta un buen cuerpo para lucirlo y salir airosa. De todos modos siempre digo que la cuestión está en dar con el diseño adecuado (cuerpos de modelo sólo abundan en las revistas…).
Los dos que os presento me parecen maravillosos, cada uno en su estilo, pero muy adaptables para el día a día. Ya sé lo que me váis a decir, “¿¿¿De blanco a una boda???”, pues sí, cada vez más novias exigen determinada vestimenta a sus invitadas, y creedme, el blanco el color que marcan casi todas.
Tania los luce con esparteñas, pero las posibilidades son muchas. Es cuestión de gustos y comodidad.
¿Qué os parece un vestido a medio camino para una boda de mañana y de noche?.
El vestido Jedda de Jovonna cumple todos los requisitos, es un vestido “redondo”. Tiene un largo ideal, ligero, no marca nada, fresquito y colorido (pero sin pasarse de la raya). Poco complemento le hace falta, un pendiente que no destaque demasiado, sandalias básicas y una cartera. Listo Calisto!!!
Que no, que no me olvido de algún look en corto. Reconozco que no son los looks que más me guste montar, no sé si sera porque me gustan más las bodas de noche o porque soy fan absoluta de los vestidos largos, pero bueno, una hace lo que puede.
En bodas diurnas me gusta más quedarme corta que pasarme en estampados, brillos, volúmenes y todas esas cosas que en ocasiones nos colocamos encima y que, bajo mi punto de vista, hace que parezcamos repollos. Estoy más a favor de una buena tela, con un buen diseño, novedoso pero muy “limpio”, un buen par de zapatos o sandalias y una cartera de mano. Ya no entro en el tema guantes (me vuelven loca), ese elemento lo dejamos para las invitadas del “Hola”, pero que conste que si algún día tengo una boda en invierno me voy a colocar unos en piel hasta el codo (je je je).
A día de hoy tenemos en tienda un vestido en dos tonos que sienta muuuuuy bien, me gusta principalmente por la asimetría en el largo y por el juego de colores. Siendo sincera, no creo que este vestido se pueda reciclar para la vida diaria, pero para algún otro evento probablemente sí.
Definitivamente cumple todos los requisitos que yo le pido.
Y ahora sí me la voy a jugar, vale, la boda es de mañana pero queremos ir de largo. Yo lo tengo muuuuy claro, la falda larga que os presento me parece IMPRESIONANTE (de hecho yo la tengo en verde). Calzaos unas sandalias monas con un poco de tacón, un top en la parte superior y unos buenos pendientes. Para rizar el rizo y como no tenía ningún cinturón que me convenciera me saqué de la chistera un foulard de lentejuelas que tenía olvidado en un cajón ¿Le damos el aprobado?
Bueno y aquí paro porque si sigo no me leeríais la mitad de vosotras. Madre mía!!! He descubierto que me gusta tanto escribir como hablar (que ya no es poco).
Besos a todas y todos y felices ceremonias.
Como dice Chavela Vargas en "Las Simples Cosas": "...Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas..."
